Estaba claro que con tres de los cuatro equipos españoles que compiten en la fase de grupos de Champions League emparejados con tres de los cuatro alemanes, las comparaciones entre los dos últimos campeones del mundo iban a ser inevitables. Sólo hay que ver lo que un gol en contra puede hacerle al Bayern de Múnich, relegado ahora a la segunda posición en los favoritos al título cuando al principio de temporada (hace nada) era el principal aspirante para las casas de apuestas. Un punto del Real Madrid en Dortmund y una sufrida victoria del FC Barcelona ante el Mönchengladbach generan titulares por doquier de los que se hace eco la prensa de uno y otro país. Que estamos en la fase de grupos, señores, igual es un poco pronto para tirar de euforia o montar un drama por un partido de la segunda jornada…
Tanta atención sobre el duelo España-Alemania parece un poco exagerada, aunque es verdad que los datos son los datos.
El Imperio Hispano-Germano
Desde la temporada 2008/2009 siempre ha habido al menos un equipo español o alemán en la final de Champions League. Dos de esos años, como todos sabemos, ambos finalistas eran patrios (Real Madrid y Atlético) y en otra ocasión, la final de 2013, los dos equipos fueron alemanes (Bayern de Múnich y Borussia Dortmund). Así que los títulos del Inter (2009) y el Chelsea (2012) parecen casi anecdóticos. Es innegable que la última generación Champions es hispano-germana, y además lo es con equipos alemanes muy españolizados. Esto parece más que lógico si tenemos en cuenta que los campeones del Mundo y de Europa entre 2008 y 2014 han sido España y Alemania.
Si tomamos como referencia esa temporada 2008/2009, el Real Madrid y el FC Barcelona han sido los equipos más efectivos con dos títulos en dos finales. El Bayern de Munich se queda un poco por detrás con un título y dos segundos puestos, el Dortmund solo lograba una final, y el Atlético se tiene que conformar con haber sido finalista en dos de las tres últimas ediciones.
¿Hay alternativa?
Pues si seguimos la lógica de fijarnos en quiénes han reinado en el mundo del fútbol internacional en los últimos tiempos, la respuesta es: claro que sí. Las casas de apuestas han planteado cuotas muy conservadoras para esta temporada en el sentido de que han tirado por lo mismo de los últimos años: Barcelona, Bayern, Real Madrid. Visto lo visto, dependiendo del resultado de la jornada, estos tres equipos harán rotaciones también en las apuestas a ganar la Champions.
Sin embargo, el milagro que protagonizó el Leicester en la Premier, porque no se puede llamar de otra manera, es una historia fantástica pero también todo un desafío a los “bookies”. Entre los de Ranieri y otro pequeño “milagro” en la Eurocopa de Francia con la victoria de Portugal o la actuación de Gales, es realmente difícil no pensar que pueda haber sorpresas este año. ¿Y si ganar a los grandes deja de ser una excepción?
La lógica y las estadísticas –también la capacidad económica y la repercusión mediática- nos dicen que el ganador de la Champions League 2016/2017 tiene que ser el Madrid, el Bayern o el Barça. Pero nos resulta más divertido pensar que puede haber otro ganador. Especialmente este año es muy tentador apostar por el “underdog”. Ya no digo una victoria del Leicester o del Mónaco, pero sí de una Juventus que siempre está al acecho, aunque se haya quedado sin algunas de sus mejores bazas, o de un Manchester City entrenado por un Guardiola que no pudo llevarse la Champions con el Bayern. ¿Por qué no?
Podría ser incluso que ganase algún “underdog” de la conexión hispano-germana. De momento el metódico (y puede que algo maniático) Thomas Tuchel ya ha conseguido devolver al Dortmund a la Champions y al vice-campeonato de Bundesliga. En el caso del Atlético de Madrid sería casi una cuestión de justicia divina; hemos repasado una y otra vez los finalistas de Champions League y no hemos encontrado a nadie que haya disputado tres finales y que aún no tenga ningún título, como es el caso de los rojiblancos. El Atleti tendrá que buscar la inspiración en otras competiciones, en el tenis, por ejemplo, con casos como el de Ivan Lendl y Andy Murray, que disputaron varias finales de Grand Slam antes de ganar uno. De no ser así, la época Simeone podría quedar huérfana de un título continental que su afición ansía por encima de todas las cosas.
El imperio hispano-germano puede cambiar de emperadores o pueden llegar invasores y encontrarnos una final en la que no se hable ni español ni alemán. Recordemos que antes de entrar en el siglo XXI había mucha más variedad en las finales de esta competición, ¿volverán aquellos tiempos?
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